EL AMOR DIVINO NUNCA FALLA


El Amor Divino nunca falla, no obstante, obviamente han sido incapaces de probarlo mediante la demostración. ¿Por qué?

La explicación radica en que, consciente o inconscientemente, las personas piensan que el Amor Divino es una especie de Poder ubicado fuera de sí; probablemente está arriba en el firmamento, como el cielo ; y espera que en poco tiempo, si piden con la fuerza suficiente, este Poder bajará a rescatarlos. 

Como regla general, no admitirán que abrigan una idea de este tipo, pero yo creo que eso es realmente en lo que están pensando.

De hecho, no existe tal poder externo y, por lo tanto no se puede recibir ayuda de esa manera.

El único lugar en que puede existir el Amor Divino, en cuanto a ti concierne, es en tu propio corazón. Cualquier amor que no esté en tu corazón no existe para ti, y, por lo tanto, no podrá afectarte en forma alguna. Decia el Apostol Pablo que "En Dios vivimos nos movemos y tenemos nuestro ser"

Lo que tienes que hacer, ES entonces, llenar tu propio corazón de Amor, pensándolo, sintiéndolo y expresándolo; y cuando este sentido de Amor Divino sea lo suficientemente vívido, te sanará y te resolverá muchos de los problemas que te aquejan, y también te permitirá sanar a otros. 

Tal es la Ley del Ser, y ninguno de nosotros puede cambiarla. Ahora vemos por qué la crítica, la queja, los resentimientos, el deseo de inmiscuirse en la vida de otros, etc. son fatales para la demostración, porque evitan que el Amor Divino se manifieste y nos ayude a sanar. 

Bendita las crisis que te hizo crecer,la caída que te hizo mirar al cielo y el problema que te hizo buscar a Dios...

EL SAMURAI Y EL MONJE




Un Samurai, conocido por todos por su nobleza y honestidad, fue a visitar a un monje Zen en busca de consejos. Cuando entró en el templo donde el maestro rezaba, se sintió inferior y pensó que a pesar de haber pasado toda su vida luchando por la justicia y la paz, no se había acercado al estado de gracia del hombre que tenía frente a él.
- ¿Por qué me estoy sintiendo tan inferior? - preguntó al monje - Me enfrenté muchas veces con la muerte y defendí a los más débiles, no tengo nada de qué avergonzarme. Sin embargo, al verlo meditando, he sentido que mi vida no tenía la menor importancia.

- Espera. En cuanto haya atendido a todos los que me han buscado hoy, te daré la respuesta- dijo el monje.

Durante todo el día el samurai se quedó sentado en el jardín del templo. 
Las personas entraban y salían en busca de consejos y el monje atendía a todos con la misma paciencia y la misma sonrisa luminosa en su rostro. El estado de ánimo del samurai iba de mal en peor, pues había nacido para actuar, no para esperar.

Por la noche, cuando ya todos habían partido, insistió:

- ¿Ahora podrá usted enseñarme?

El maestro lo invitó a entrar y lo llevó hasta su habitación. La luna llena brillaba en el cielo y todo el ambiente respiraba una profunda tranquilidad.

-¿Ves esta luna, qué bonita es?, cruzará todo el firmamento y mañana el sol volverá a brillar. Solo que la luz del sol es mucho más fuerte y consigue mostrar los detalles del paisaje que tenemos a delante: nubes, árboles, montañas. He contemplado a los dos durante años, y nunca escuché a la luna decir "¿Por qué no tengo el mismo brillo que el sol? ¿es que quizás soy inferior a él?

- Claro que no - respondió el samurai - la luna y el sol son dos cosas diferentes, cada uno tiene su propia belleza. No se pueden comparar.

- Entonces, ya sabes la respuesta. Somos dos personas diferentes, cada cual luchando a su manera por aquello que cree, y haciendo lo posible para tornar a este mundo mejor; el resto son solo apariencias.