A
muchos de nosotros nos hace falta dar un nuevo impulso a nuestras vidas;
reavivar la llama que alumbra nuestra existencia física, despertar nuevamente
la alegría de vivir, la felicidad interior, de sentirnos parte activa y
positiva en un mundo que llora y sufre.
Muchos de nosotros deseamos ser más
optimistas respecto de la vida; pero no siempre enfocamos el problema desde un
punto de vista razonable. Por ejemplo, la gente se pregunta:¿Qué es lo que me
hace falta para ser feliz? Y no se pregunta: ¿Qué es lo que tengo para ser
feliz? Y en última instancia, la felicidad necesariamente ¿se debe asentar exclusivamente
sobre las posesiones materiales?
Esto
va a sonar utópico, pero, que maravilloso sería si pudiéramos ser felices
independientemente de las condiciones exteriores, de los problemas,
tribulaciones, etc.,
Esto es muy difícil de realizar para la mayoría de
nosotros, es cierto, porque somos como una hoja en la tormenta y el viento nos
lleva caprichosamente donde quiera que vaya; pero aquí hay un problema de
conciencia y de responsabilidad; la gente común tiene una posición muy peculiar
respecto de la vida; no le interesa ni aprovecha todo lo bueno que tiene a su
alrededor, porque está preocupada y ocupada en lo “bueno” que desea conseguir.
Todos
nosotros tenemos algo en las manos, pero eso no nos preocupa, porque ya lo
tenemos; es más importante ver que tiene el vecino.
¡Oh¡
Mi vecino tiene un rosal hermoso; donde puedo conseguir yo un rosal tan
hermoso. Esto se convierte en una gran preocupación y olvidando lo que tenía en
mis manos, corro en procura de un rosal hermoso, sin darme cuenta de que se me
caía de entre los dedos, una pepita de oro y la pierdo por correr tras un deseo
superfluo.
La manifestación de Dios es tan maravillosa que a todos nos ofrece
una pepita de oro; pero parece que es más importante para nosotros soltar
nuestra ambición y correr la “gran carrera trivial”.
Esto
hace la gente común con lo que se puede llamar valorable y con lo que es
desfavorable, ¿qué hacer?. ¡Ah¡ … Ese es un patrimonio bien nuestro. Ahora ya
no nos interesa persona ajena, el vecino, etc, todo se centra en uno mismo.
Nuestras desgracias son grandiosas y nos caen
holgadas; son abundantes y pesadas, muy pesadas. De manera que el gran anhelo
de nuestras vidas es sacárnosla de encima; pero la vida parece que se
confabulara contra nosotros y por cada una que dejamos caer, nos carga otra
encima, hasta que llega un momento en que la carga se hace tan pesada que
desfallecemos y nos caemos.
Analicemos
un poco esto; el razonamiento es acertado y que esto sucede también es cierto,
porque todos lo hemos pasado. Pero hay un error y lo hemos cometido
precisamente en el comienzo cuando a esta serie de acontecimientos de nuestra
vida lo hemos llamado desgracias.
En nuestro MODELO EDUCATIVO regresamos a las bases en un Negocio en Network Marketing donde el Servicio y las bases de confianza nos permitiran prosperar.
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